Quien dice que La Mancha es llana no ha
corrido la Media Maratón Ciudad Real-Torralba.
Se trata de un trazado por asfalto,
recorriendo la N-420 a su paso entre estas dos localidades, después
de haber cubierto algo más de 5 kilómetros en la capital, y cuyo
perfil es ascendente casi en su totalidad.
Quizás se trata de una de las pruebas
más duras del Circuito de Carreras de Ciudad Real, más teniendo en
cuenta la fecha en la que se celebra la carrera. El primer fin de
semana de septiembre combina la vuelta de las vacaciones con los
últimos días de calor del verano, circunstancias que propician un
día de piscina o de paseo mañanero (acaso un ligero trote) por el
campo, seguido de las correspondientes cañas. Sólo 355 llegados a
meta, de los 600-700 corredores que acostumbran a abarrotar los
pueblos manchegos los domingos por la mañana, pueden dar una idea
del miedo que infunda esta carrera.
Después de algún día de entreno bajo
la lluvia esta semana y la bajada de las temperaturas, me hicieron
sentir optimista con respecto a la meteorología el domingo: “que
llueva o que sea una mañana fresquita”.
Sólo 3 tuercelindes nos atrevimos a ir
desde Ciudad Real a Torralba (pasando por Carrión): Chema, Antonio
(que no se pierden una carrera, no sé si por amor al running o a las
cervezas de después) y Kike. Paco, que está saliendo de un período
de convalecencia y con ligeras molestias, nos estaba animando desde
la grada.
La carrera comienza con una vuelta a la
pista de atletismo del Polideportivo Juan Carlos I, para continuar
por el campus universitario y salir al Polígono de la Carretera de
Carrión. Esta primera parte es bastante conocida para la mayoría de
los runners, al tratarse de una zona llana y sin mucho tráfico. Al
salir a la Carretera de Carrión, comienzan los falsos llanos y la
primera rampa para entrar en la “Nacional”. Llegamos ahora a la
parte más dura (físicamente hablando) de la prueba, sobre todo si
hace calor: un par de cuestas largas que invitan a hacer el recorrido
en compañía, si no quieres que los buitres sobrevuelen tu cabeza.
Hay muchos puntos de agua, que hacen la prueba más llevadera. A
pesar de ir por el arcén de la carretera, los coches respetan a los
corredores y animan mucho. También hay algún paseante madrugador
que nos anima a seguir el ritmo.
La entrada a Carrión, ya bien avanzada
la carrera, hace a los runners buscar la sombra, tan añorada en el
tramo de carretera. Jueces de la Federación tomando nota de nuestro
paso. Cruzamos el pueblo y de nuevo asfalto y sol. Ahora entramos en
la parte psicológica de la carrera. Es cuando viene el tío de la
vara y te da un poco en los gemelos. Sólo quedan 5-6 kilómetros:
una recta. Y la famosa torre de la iglesia. Un monumento que puedes
odiar de por vida como te entre la pájara, porque parece que nunca
llegas.
Entrada en Torralba (otra vez los
jueces), algún giro por las calles del pueblo llenas de gente, y
llegada a la meta. Un poco de espera, acompañada de sandía y agua,
para recoger la bolsa y ¡a disfrutar de unas cervezas bien frías!
Una prueba para ir acompañado, para
plantear de antemano y ver el recorrido. Si la preparas con cabeza,
disfrutarás de la “llanura” manchega. Por el contrario, como el
planteamiento sea malo, o te pueda el ansiaviva, estás perdido.
Para terminar, agradecer la compañía
de Julián Diaz durante buena parte del recorrido, que me hicieron
los kilómetros finales más llevaderos.
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