jueves, 15 de septiembre de 2011

Crónicas: XXXIV Medio Maratón Ciudad Real-Torralba de Calatrava


Quien dice que La Mancha es llana no ha corrido la Media Maratón Ciudad Real-Torralba.
Se trata de un trazado por asfalto, recorriendo la N-420 a su paso entre estas dos localidades, después de haber cubierto algo más de 5 kilómetros en la capital, y cuyo perfil es ascendente casi en su totalidad.
Quizás se trata de una de las pruebas más duras del Circuito de Carreras de Ciudad Real, más teniendo en cuenta la fecha en la que se celebra la carrera. El primer fin de semana de septiembre combina la vuelta de las vacaciones con los últimos días de calor del verano, circunstancias que propician un día de piscina o de paseo mañanero (acaso un ligero trote) por el campo, seguido de las correspondientes cañas. Sólo 355 llegados a meta, de los 600-700 corredores que acostumbran a abarrotar los pueblos manchegos los domingos por la mañana, pueden dar una idea del miedo que infunda esta carrera.

Después de algún día de entreno bajo la lluvia esta semana y la bajada de las temperaturas, me hicieron sentir optimista con respecto a la meteorología el domingo: “que llueva o que sea una mañana fresquita”.
Sólo 3 tuercelindes nos atrevimos a ir desde Ciudad Real a Torralba (pasando por Carrión): Chema, Antonio (que no se pierden una carrera, no sé si por amor al running o a las cervezas de después) y Kike. Paco, que está saliendo de un período de convalecencia y con ligeras molestias, nos estaba animando desde la grada. 

La carrera comienza con una vuelta a la pista de atletismo del Polideportivo Juan Carlos I, para continuar por el campus universitario y salir al Polígono de la Carretera de Carrión. Esta primera parte es bastante conocida para la mayoría de los runners, al tratarse de una zona llana y sin mucho tráfico. Al salir a la Carretera de Carrión, comienzan los falsos llanos y la primera rampa para entrar en la “Nacional”. Llegamos ahora a la parte más dura (físicamente hablando) de la prueba, sobre todo si hace calor: un par de cuestas largas que invitan a hacer el recorrido en compañía, si no quieres que los buitres sobrevuelen tu cabeza. Hay muchos puntos de agua, que hacen la prueba más llevadera. A pesar de ir por el arcén de la carretera, los coches respetan a los corredores y animan mucho. También hay algún paseante madrugador que nos anima a seguir el ritmo.


La entrada a Carrión, ya bien avanzada la carrera, hace a los runners buscar la sombra, tan añorada en el tramo de carretera. Jueces de la Federación tomando nota de nuestro paso. Cruzamos el pueblo y de nuevo asfalto y sol. Ahora entramos en la parte psicológica de la carrera. Es cuando viene el tío de la vara y te da un poco en los gemelos. Sólo quedan 5-6 kilómetros: una recta. Y la famosa torre de la iglesia. Un monumento que puedes odiar de por vida como te entre la pájara, porque parece que nunca llegas.
Entrada en Torralba (otra vez los jueces), algún giro por las calles del pueblo llenas de gente, y llegada a la meta. Un poco de espera, acompañada de sandía y agua, para recoger la bolsa y ¡a disfrutar de unas cervezas bien frías! 

Una prueba para ir acompañado, para plantear de antemano y ver el recorrido. Si la preparas con cabeza, disfrutarás de la “llanura” manchega. Por el contrario, como el planteamiento sea malo, o te pueda el ansiaviva, estás perdido.


Para terminar, agradecer la compañía de Julián Diaz durante buena parte del recorrido, que me hicieron los kilómetros finales más llevaderos.

No hay comentarios :

Publicar un comentario